miércoles, 3 de agosto de 2011

ÉXODO


Buenos días amados alumnos que Dios les bendiga hoy miércoles continuamos con Éxodo 3-4


A. <<QUIÉN SOY YO>> (3:11-12)

    Admiramos a Moisés por su humildad, ¡porque cuarenta años le hubiera dicho a Dios quién era! Era <<poderoso en palabra y obras>> (Hch 7:22). Pero años de comunión y disciplina en el desierto lo habían hecho humilde. Una persona actuando en la carne es impulsiva y no ve obstáculos, pero una humilde caminando en el Espíritu sabe de las batallas que se le avecinan. La respuesta de Dios fue para darle seguridad: <<¡Yo estaré contigo¡>> Esta promesa lo sostuvo cuarenta años, como a Josué años más tarde (Jos. 1:5). No es importante quiénes somos; lo que importa es que Dios está con nosotros, porque sin Él no podemos hacer nada (Jn. 15:5).

B. <<¿qUIÉN ME ENVÍA?>> (3:13-22).

    Esta no fue una pregunta evasiva, porque los judíos querían seguridad de que el Señor le había enviado en su misión. Dios reveló su nombre, Jehová: <<YO SOY EL QUE SOY>>, o <<¡Yo fui, Yo soy y siempre seré¡>> Nuestro Señor Jesús realzó este nombre en el Evangelio de Juan donde hallamos las siete grandiosas declaraciones: <<Yo soy>> (Jn 6:35; 8:12; 10:9, 11; 11:25; 14:6; y 15:1-5). Si Dios es <<YO SOY>>, siempre es el mismo y sus propósitos se cumplirán. Dios le prometió a Moisés que Él velaría para que la obra se hiciera, a pesar de la oposición de Faraón.

C. <<NO ME CREERÁN>> (4:1-9).

   Pero Dios acababa de decir que le creerían (3:18), de modo que esta afirmación no fue nada más que pura incredulidad. Dios le dio a Moisés dos milagros: la vara convertida en serpiente y la mano cubierta de lepra. Estas serían sus credenciales ante el pueblo. Dios toma lo que tenemos en nuestras manos y lo usa, si sólo confiamos en Él. La vara en sí no era nada, pero en las manos de Dios se conviertió en poder. La mano de Moisés mató un hombre, pero en el segundo milagro Dios le mostró que podía curar la debilidad de la carne y usar a Moisés para su gloria. La mano de Moisés no era nada, ¡pero en la de Dios haría maravillas! Entonces Dios añadió una tercera señal: convertir el agua en sangre. Estas señales convencieron al pueblo (4:29-31), pero los egipcios impíos sólo pudieron imitarla (7:10-25).



Amados alumnos que Dios les bendiga...

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