Hoy jueves continuamos con Génesis 32-36
III. JACOB EL VIAJERO (35-36)
Nótese cuán a menudo Jacob <<salió>> en estos capítulos (35:5, 16,21). Dios le había llamado a que volviera <<a Bet-el>> (v. 1), de nuevo al lugar de la visión y del voto. Cuando una persona reincide (como Jacob), no hay nada que hacer sino regresar al lugar de la dedicación y renovación de sus votos. Antes de poder llevar a su gente de nuevo al altar, sin embargo, Jacob tenía que <<limpiar su casa>>, los dioses ajenos y enterrar la joyas asociadas con la adoración pagana. El único lugar para el pecado es la tumba. Es más, hay cuatro tumbas en este capítulo: la tumba de los ídolos (v. 4), la tumba de Débora (v.8), el sepulcro de Raquel (v. 19) y la tumba de Isaac (v. 29).
Jacob regresó a Bet-el y edificó un altar. Dios le encontró en una nueva manera y le recordó su nuevo nombre, Israel. Dios reafirmó las promesas que le dio a Abraham y a Isaac, y Jacob respondió levantando un vuevo monumento y ungiéndolo como lo había hecho años antes. Un creyente que reincide no necesita una nueva experiencia para arreglar cuentas con Dios. Sólo nesecita reafirmar la vieja experiencia de una nueva manera.
Qué extraño que Raquel muriera poco después que Jacob fue restaurado a la comunión con Dios. Las grandes experiencias espirituales no son un seguro contra las aflicciones y pruebas de la vida. Y sin duda Jacob estaba más capacitado para soportar su aflicción ahora que antes de construir ese altar. Todo lo que Jacob perdió lo recuperó debido a que encontró a Dios en el altar.
No sólo hay tristezas en la familia del creyente consagrado, sino también pecados (v. 229. Rubén nació en medio de grandes expectaciones (29;32) y Jacob dijo años más tarde que Rubén podría haber logrado mucho (49:3). Pero Rubén era incostante; le faltaba carácter piadoso (49:4); y, por consiguiente, perdió la primogenitura que le pertenecía (1 Cr 5:1-2) y tuvo que dársela aJudá y a José. El pecado jamás trae bendición; siempre es costoso.
El acto final de este viaje fue que Jacob y Esaú sepultaron a su padre. Jacob había planeado ver de nuevo a su madre, pero ella murió antes de que él regresara a su hogar. El capítulo 36 nos cuenta la historia de Esaú, porque Dios en efecto le hizo una nación poderosa. Desafortunadamente los edomitas fueron enemigos del pueblo de Dios durante siglos.
Amados que Dios les bendiga...
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